El género de los documentales puede resultar aburrido, sobre todo porque uno piensa que la realidad tiene pocas probabilidades de ganarle a la ficción. Lo sorprendente es encontrar documentales en donde se narren historias increíbles, de personajes que siempre han estado ahí, esperando silenciosamente ser descubiertos. Personajes que deberían ser parte de la cultura popular y que por alguna razón han permanecido en el olvido. Como los personajes retratados en “Bill Cunningham, New York”, “Searching for Sugar Man” (2012) Dir. Malik Bendjelloul o “Finding Vivian Maier” (2013) Dir. John Maloof, Charlie Siskel.

Le tomó 8 años a Richard Press convencer a Bill Cunningham de hacer un documental sobre su vida y dos años editarlo. Su resultado es un trabajo inspirador, impresionante y que despierta un sin número de reflexiones sobre la moda y la pasión de amar lo que haces.

Bill Cunningham es un curador urbano, fotografía transeúntes que visten con estilo desde lo clásico y elegante hasta la excentricidad máxima. El único parámetro para este fotógrafo es que la ropa hable y tenga personalidad, resalte de los demás. Aprecia cualquier intento de innovación o creatividad con que la gente común se anima a vestirse.  Es un oficio sin igual y guiado por una inmensa veneración por la moda.

El documental  no solamente habla del significado al escoger la vestimenta  pues refleja todo lo que eres, sino que estamos ante un personaje donde su estilo de vida no concuerda o se aleja en un todo con lo que sería alguien con una profunda admiración  a la industria de la moda. Es un personaje que no le interesa vestirse glamoroso, cuando critica o da opiniones sus únicas expresiones son cándidas, dulces y cariñosas.

Podríamos pensar que se trata de un amateur, su porte es tan genérico e insignificante que jamás pensaríamos que estamos tratando con un gran historiador de la moda. Pero nada más lejos de la verdad, Bill Cunnigham es un documentalista de la vida urbana de New York y no solamente ha dejado un legado con sus fotografías sino que en un tiempo presente revela constantemente un feedback sobre la moda y sus tendencias. Pero mientras Diana Vreeland se dedicaba a crear fantasía y exotismo en la moda, al inventar todo un mundo de ensueño en cada prenda, Bill Cunningham cree que si la ropa solamente puede ser portada por una modelo y no por una persona normal en la calle, entonces no vale la pena, no tiene sentido ser moda.

Es insólito pensar que en mientras en el presente haya un hambre feroz de reconocimiento, existan estos personajes a los cuales “Los 15 minutos de fama” no totalmente indiferentes. Bill Cunningham se une a esa fila de personajes innovadores y dedicados al arte, que sacrifican su vida personal por algo que consideran más valioso e inmensamente más satisfactorio.

Después de haber visto el documental no puedo evitar cada semana visitar la columna de Bill Cunningham y ver su contribución a la moda.

Lo que me pareció más interesante e inolvidable de este personaje y su documental, es el hecho de haber creado un trabajo el cual solamente está enfocado a seguir su pasión por el arte y el cómo de algo que parece ser tan pequeño puede ser la raíz de tu talento.

Recomendación:  9