En su documental, el director Robinson Devor junto con el guionista Charles Mudede narran un caso de muerte accidental por zoofilia ocurrido en Enumclaw, Washington en el 2005. El cual volvió todas las miradas a la ausencia de restricción sobre la bestialidad en ese estado, único lugar de Estados Unidos donde la actividad no era castigada penalmente. Sin embargo el proyecto se aleja por completo de cualquier asunto de jurisprudencia o de amarillismo, y presenta con una delicada elegancia un docudrama sobre el punto de vista de quienes estuvieron involucrados en estos actos.

La primera escena es una oscuridad completa donde destaca una luz al final de un túnel, lo que existe detrás de esa luz dependerá del juicio final del espectador. Además se crea la atmósfera idónea para hablar de un tema socialmente inaceptable.

Los acontecimientos inician cuando un grupo de hombres comienzan a contactarse gracias a la aparición del internet, dando la oportunidad de crear comunidades clandestinas sobre el amor romántico hacia los animales, de esa manera comparten información y a veces logran hacer realidad sus fantasías. Todos los personajes dan su punto de vista y son dramatizados por actores excepto Coyote, quien es el único que se representa así mismo con el cuidado de no ser identificado. El documental aloja una simpatía por este grupo y a la vez se distancia de crear un juicio, pues su objetivo es mostrar cómo su mundo se desmorona, al hacerse pública la noticia de la muerte de uno de sus miembros por una peritonitis anal provocada por un caballo. Su postura no es moral y su fin es ser diferente a este tipo de documentales con toque inquisitivo, este trabajo es más bien una anti posición, según lo ha comentado el director.

No solo la degradación animal tiene un alto contenido de impacto en la historia, sino también el hacer uso del caballo como objeto del deseo. Tal vez sea por la idea que tenemos del caballo como arquetipo de elegancia, pureza y lealtad, esa idea ancestral de ligar su figura con lo divino. Al caballo se le han otorgado diferentes connotaciones en la literatura y el cine, algunas veces con un significado más místico y sobrenatural. Haciendo un pequeño recorrido te presentamos algunos ejemplos sobre estas representaciones: Jonathan Swift en “Los viajes de gulliver”, creo el mundo de los Houyhnhnms (definido como naturaleza perfecta en su lenguaje) caballos sabios gobernadores de una raza inferior por su salvajismo llamada Yahoos, los cuales eran muy parecidos físicamente a los humanos. Los caballos se veían amenazados por la violencia y falta de raciocinio de los Yahoos, Swift presenta a los caballos como la raza más evolucionada en su sátira, también como una continuación de la utopía contenida en sus viajes. En un sentido terapéutico pero dentro de la misma línea en el 2009, el documental “The horse boy”, presentaba el viaje espiritual de un padre para lograr que su hijo autista pudiera comunicarse y vivir una vida más digna en el futuro. Después de haber comprendido el efecto milagroso en su hijo al estar sobre un caballo, planea un viaje a Mongolia, lugar donde existen chamanes conocidos por sus poderes de curación, los cuales tienen un vínculo místico con los renos que domestican. De manera milagrosa en cuanto el niño toca a un caballo o algún animal, todo su cuerpo y espíritu cambian.

En un sentido más transgresor, el arte contemporáneo ha tomado la figura del caballo en contextos donde prevalece el shock. En 1999 en el pasillo de una exhibición de la Galería Nacional de arte británico Tate, Maurizio Cattelan instaló la obra de un caballo de carrera disecado suspendido en la pared, con la intención de provocar soledad y desesperanza, aunque eso no fue lo único que provocó. La obra del artista británico Damien Hirst “Algunos conforts ganan la aceptación de las mentiras inherentes en todo” de 1996, presentaba a una vaca en fragmentos dentro de una vitrina de formol en una intención de confrotar al espectador con la muerte de manera grotesca, la obra inspiró la escena surrealista del caballo seccionado en la película “The Cell” (2000) del director Tarsem Singh.

Sin embargo un de los grandes filmes que habla del tema de la zoofilia como iniciación sexual, represión sexual y hasta hay quienes piensan como metáfora sobre la homosexualidad es “Equus”, obra de teatro recientemente representada por Daniel Radcliffe en el 2007. “Equus” fue adaptada al cine en 1977 y magistralmente dirigida por Sidney Lumet, actuada por Richard Burton y Peter Firth, así como también el magnífico resultado es crédito de su guionista Peter Shaffer el mismo creador de la pieza teatral. “Equus” al igual que “Zoo”, cuenta la historia de un caso penal, un chico desnudo deja ciegos a 6 caballos en un establo, es necesaria la intervención de un psiquiatra para definir si se trata de un evento premeditado o de locura. La obra puede de alguna manera ser considerada un thriller sobre las circunstancias que llevaron al chico a cometer el crimen, pero también es sobre cómo el psiquiatra es afectado por el caso, el cual le ocasiona una profunda introspección sobre la normalidad y la libertad de vivir sin ataduras sociales, temas que jamás lo abandonan.

Ambos filmes presentan una extraña fascinación por los caballos, íntima, donde está involucrado el primitivismo y hasta el ritual. En cierto sentido el caballo se vuelve el objeto donde se alberga un deseo tabú, el cual no se habla abiertamente. La vida campestre distanciada de la ciudad es el escenario donde suelen ocultarse esta clase de hechos. La gran diferencia entre las dos películas es que una trata de ficción y la otra está basada en hechos reales. La figura del caballo logra una adaptación según la conducta humana, puede ser un objeto de divinidad y adoración, o puede manifestarse en un misterioso y extraño desequilibrio de la psique humana.

El más grande crédito de “Zoo” es su manera poética de narrar los hechos, es difícil explicar con palabras lo que vuelve a este documental una obra de arte, pues tiene un alto contenido visual el cual habla por sí solo. No obstante sigue siendo un tema delicado, donde aunque se desea humanizar la situación y tener cierta compasión por los afectados, se está hablando de transgredir especies y puede ser difícil para el espectador tomar una postura de anti-posición en ese contexto.
 

Recomendación 8

 


 

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