El director español Nacho Vigalondo se motiva de la tradición en el cine del gigante kaiju y de sus principios destructivos, para crear una comedia con tintes oscuros y mordaces. La cual desarrolla (como siempre) con su excepcional humor y creatividad bizarra, así como con su particular manera de jugar con las posibilidades que da el cine como instrumento narrativo.

“Colosal” es la historia Gloria una treintañera, quien decide regresar a su pueblo de la infancia después de una inesperada ruptura sentimental, debido a su descontrolada injerencia de alcohol pero sobre todo de su manera insolente de llevar la irresponsabilidad. Es ahí donde por casualidad reencontrará una amistad pasada, y además descubrirá la aparición de un monstruo que ha comenzado a destruir el centro de Seúl en Corea del Sur.

Es ya sabido que la personificación de lo monstruoso lleva consigo una alegoría o metáfora y en muchos casos con connotaciones políticas. Como por ejemplo: el reflejo racista y anticolonialista en “King Kong” de 1933, la psicosis alrededor de la radioactividad en “The amazing colossal man” de 1954, la perspectiva social de los 50’s sobre la inestabilidad emocional de la mujer en “Attack of the 50 foot woman” de 1958, el horror de la guerra nuclear en “Godzilla” de 1954, la vulnerabilidad y paranoia de la perdida de la seguridad nacional en “Cloverfield” del 2008, entre otros.

El monstruo de Vigalondo no mantiene las mismas premisas anteriores, principalmente porque ante todo se trata de un avatar, quien no solamente refleja muchos de los síntomas emocionales generados por cualquier adicción (en especial el alcoholismo), sino que es también el reflejo de la lucha interior del personaje principal. Pues mientras la bestia destruye edificios torpemente, es también símil de indicios negativos de la autodestrucción personal, la perdida de autocontrol y voluntad. De la misma manera los eventos en que se involucra el gigantismo dan pautas narrativas para hablar de las relaciones codependientes, los complejos y las envidias.

Dentro de tal ejercicio está presente el juego de poseer al otro, tan común en cualquier dependencia. Pues mientras el personaje de Oscar, manipula y controla a Gloria con amenazas, su exnovio no es mucho mejor al tratar de lograr el mismo objetivo pero a su conveniencia.

Es relevante notar que tanto “Colosal” como los filmes “Attack 50 foot woman”, “Village of the Giants” de 1965 y el episodio de Twilight zone “Stopover in a quiet town” de 1964, involucran e utilizan al alcohol como unidad de acción en su guion dentro de la temática del gigante. El estar en estado de ebriedad se convierte en la oportunidad para ser vulnerable y afectado por algún fenómeno sobrenatural, al igual que para convertirse en un monstruo.

Tratando de definir al género cinematográfico, pareciera que “Colosal” se dirige hacia una comedia romántica, sin embargo pasa todo lo contrario. Y ese es uno de los elementos que lo hace más especial, porque en realidad le da un toque innovador a este tipo de narrativas. Y se enfoca sobre la idea de que las grandes emociones humanas despiertan situaciones caóticas y sin lógica racional. Como si fuera una disparatada consecuencia asignada a “la teoría del caos” o un excelente episodio de “Twilight Zone”.

Los personajes se muestran como imperfectos, rotos, donde la mínima dosis de megalomanía provoca los mismos episodios de las relaciones destructivas pero en mayor escala.

Peter Travers describe al filme de manera brillante como:
“Una sátira para aquellos treintañeros que piensan que el mundo gira en torno a ellos”

Al igual que “Titanes Del Pacífico” del 2013, los medios se convierten en otro más de los personajes. Es por medio de ellos y de la manera digital de comunicarse que muchos elementos de la historia fluyen. Y aunque no se presenta el punto de vista del sufrimiento de un pueblo al ser demolido en un tono melodramático como lo hizo la historia de “Godzila” de Honda, si es evidente el sentimiento de culpa al saberse responsable de una acción en ese rango.

Como experto en ciencia ficción, thriller y horror, Vigalondo en sus anteriores trabajos ha manejado el discurso de universos paralelos con su característico humor. Es una temática que se nota disfruta y le apasiona trabajar como en Cronocrimenes del 2007 (en mi opinión una de los mejores filmes donde se manejan las paradojas del viaje en el tiempo), o como en “Parallel Monsters” cortometraje de horror dentro de “V/H/S Viral” del 2014, sobre un científico que abre un portal a otra dimensión.

Pero si un filme de kaiju ha desarrollado el humor de manera incomparable es “Big man Japan” de Hitoshi Matsumoto del 2007. Comedia negra y satírica sobre un gigante en decadencia y antipopular, que por más que intenta ayudar a una metrópolis japonesa a deshacerse de los más repugnantes y grotescos monstruos, nunca recibe el reconocimiento que merece sino todo lo contrario. El logro máximo de la película de Hitoshi Matsumoto es que habla del fin de varias eras con nostalgia y ocurrencia. Por un lado la era del cine de Ishiro Honda como la memorable “Destroy all monsters” del 1968, y por otro sobre la era del género del Tokusatsu en el cine y la televisión.

La fascinación por los colosos no parece terminará pronto. Tan solo por mencionar en el 2017 se estrenó “Attack of titans” adaptación del anime post-apocalíptico con el mismo nombre, y para el 2018 se espera el estreno de la super producción “Rampage”, filmes donde los efectos especiales digitales CGI permiten seguir alimentado ese gran deseo por continuar viendo monstruos que destruyen ciudades sin remordimiento alguno y ponen en énfasis la fragilidad humana.

Desde su originalidad y astucia “Colosal” muestra que la tradición del cine kaiju no necesita morir sino renovarse con mejores guiones; unos más complejos e inteligentes que inviten a la audiencia a descubrir nuevas posibilidades en los universos metafóricos que se encuentran dentro del criterio de lo monstruoso

 

Recomendación 8.5