Las historias sobre la frontera que divide la vida y la muerte suelen ser desde fascinantes hasta escalofriantes. El sólo hecho de fantasear al respecto provoca incertidumbre pues es uno de los grandes misterios humanos. Pero también lleva a distintas reflexiones, las cuales pueden mostrar nuestra percepción cultural, generacional, así como los miedos alrededor del tema. Desde la Divina Comedia un protagonista nos invitaba a comenzar un viaje épico, un tanto surreal, sobre las condiciones del alma cuando uno muere y de todo lo que es testigo a su paso. A Ghost Story además de dar una nueva visión al tema en el cine, nos invita a considerar nuevas ideas sobre el “después de la muerte” y a preguntarnos qué es lo que es difícil dejar ir en nuestro tiempo.

En su comienzo el filme nos muestra una pareja amorosa, con los típicos problemas de comunicación y discrepancias. Mantienen una recurrente discusión sobre mudarse, la cual pareciera mostrar sus más grandes diferencias y problemas como pareja. Pero la casa tendrá todavía una presencia más importante en el transcurso de la historia. Es un accidente el evento que arruina su estabilidad y el detonador que permitirá al espectador despegar, y ser testigo de un viaje sobrenatural que emprenderá uno de los personajes.

Seguir al personaje en un recorrido a través de la muerte suele ser un recurso con un resultado moral. Un viaje de aprendizaje y reconocimiento sobre el valor de la vida y del aprovechamiento del tiempo en la tierra. Una de las primeras películas que mostraba el punto de vista del alma como personaje que descubre su salida del mundo terrenal fue Fritz Lang (1934) con Liliom, mostrando una “otra vida” llena de burocracia y errores, y en un constante cuestionamiento moral sobre si el personaje fue o no una buena persona en la tierra. Un mundo parecido también estaba adoptado en el filme “Here Comes Mr. Jordan”(1941) Dir. Alexander Hall y su remake “Heaven can’t wait” (1978) Dirs. Warren Beatty, Buck Henry. El cual utiliza el carisma y la ingenuidad de la comedia blanca de la época, tal vez para reducir la ansiedad que lleva ese mundo desconocido, o tal vez solo como entretenimiento de masas. Nuevamente mostrando una dimensión donde solo se descubre el concepto del “cielo” mas no del infierno.

En un sentido más convencional “Ghost” mostraba un infierno común, tradicionalista e identificable en el mundo occidental. Una oscuridad que atrapaba y juzgaba a quienes morían desde una perspectiva moral y ética. El camino de Dante en la La Divina comedia fue adaptado en Más allá de los sueños (1998) Dir. Vincent Ward y deja ver al inframundo similar a vivir en una enfermedad mental severa, esta vez la oscuridad es personal, un infierno individual y difícil de abandonar. En Lovely bones nuevamente se hace una reflexión sobre la maldad, y se presenta como un evento karmático y misterioso, el cual se sabe existe pero nadie entiende su porque, ni su fin.

A Ghost Story es un proyecto intrigante en muchos sentidos. Por un lado nuevamente es una historia de fantasmas desde el punto de vista de un fantasma y su descubrimiento. Por otro es osada, desde su formato el cual tiene un tamaño cuadricular que parece convivir con la idea de anti-naturalidad, de estar viendo algo que no pertenece a lo acostumbrado, a una experiencia totalmente nueva, tal vez un nuevo ojo o tal vez simplemente una prisión en la que se encuentra el personaje principal.

Es también audaz por presentar el personaje principal deambulando en su nueva vida con una sábana blanca sobre él, con el semblante y aspecto más acartonado de la figura y su cliché. Pero aquello aparentemente inverosímil es tan efectivo y profundo, que la imagen prefabricada de su disfraz o vestuario termina por alejarse de todo, hasta de la referencia al concepto del horror y dando espacio a otra experiencia. Es un resultado sugestivo pues la sabana borra la identidad, expresividad y todo lo que pudiera dar idea al espectador de que siente y es este personaje en su nuevo estado.

La película de David Lowery guarda una conexión con la historia corta de Virginia Woolf “A haunted house”, la cual sin ser casualidad en una escena se ve caer el libro de un librero dejando ver las páginas del cuento. La complejidad del cuento de Woolf hace al lector regresar una y otra vez entre sus líneas, en una intención por encontrar los puntos referenciales al tiempo, haciendo valioso el uso de la yuxtaposición entre nuevos temas y diferentes voces. A Ghost Story busca esa complejidad al ir coordinando eventos que son constantemente comparados con recuerdos, con deseos, con nuevas situaciones y donde pareciera el filme termina por no solo hablando de un mundo individual en el que estaba inmerso el personaje y su pareja, sino de algo más grande como lo es el sentido de la existencia.

Es inevitable mencionar su referencia y parecido al filme “The Tree of life” (2011) de Malick, pues ambos de manera poética y un tanto exagerada aspiran a responder preguntas inconmensurables y existenciales, aunque en diferentes perspectivas y puntos de vista. Pues mientras para Malick en The Tree of life es una afirmación sobre la humanidad, una oda a la vida, donde el tiempo es elemento de crecimiento de la especie y su reconocimiento de fortaleza, avance y hasta espiritualidad, en A Ghost Story es todo lo contrario.

En A Ghost Story el tiempo parece ser una condena, una angustia que manifiesta los grandes miedos de la generación, como lo pueden ser la indiferencia, el aislamiento, en no tener voz y ser capaz de intervenir. El tiempo se presenta como una gran prisión en la cual rige la soledad. La humanidad se muestra como narcisista y un tanto cínica, reflejo de ideas generacionales que ve a la creación artística como un importante legado y tal vez el propósito de la existencia. Y en una escena en particular, un personaje emite un soliloquio que parece más bien un intento por crear un pesado ejercicio de dialéctica, una colección de pensamientos alrededor de la dificultad de lidiar con el paso del tiempo y de la insignificante huella que se deja al terminar la vida.

Es una escena importante pues para muchos marca el tono y el sentido del filme. Pero es también pretenciosa pues parece sentar una analogía entre la nimiedad de la existencia por medio de la historia del arte sacro. El cual dentro del filme se argumenta fue creado para un Dios que tal vez con el tiempo se entienda nunca existió, y donde la pieza o materia al dejar de existir también hace dejar de existir toda huella de su creador. Pero donde al si es recordada dará esperanza a quien reviva la memoria. Es como si debiera ser sobrestimado o con un propósito material “el vivir”, pero la pregunta que queda es ¿Realmente es tan importante ser recordado al morir?

El filme de Lowerly no se inclina a explicar el “después de la muerte” desde ninguna doctrina religiosa, ni siquiera desde el ateísmo (aunque así pareciera). El protagonista se encuentra en una dimensión cósmica sin escape y sin referentes, y donde simplemente es un testigo contemplativo de la vida sin él en lo que sea que abarcan las pautas del tiempo y de su minúscula intervención en el cosmos.

Pero no puede olvidarse que A ghost story es igualmente una historia de amor, que como anteriormente se mencionó guarda una hermosa vinculación con el cuento corto de Woolf en donde también existe un tesoro enterrado. Olga P. Vorobyova disecciona la obra de Woolf y nos brinda algunas pautas para entender su verdadero significado, el cual también puede ayudarnos a entender la obra de Lowerly:

Aquellos enamorados que no saben de dónde viene la felicidad, encuentran verdaderos valores (la búsqueda de su tesoro enterrado) siguiendo la fuente de la luz y como resultado hallan un estado de seguridad y consciencia.
Olga P. Vorobyova

Photos vía: The Hollywood Reported y wallpapershome.com
 

Recomendación 8.5