Reconocido por su aclamado y memorable falso documental del 2010 “Troll Hunter” el director noruego André Øvredal cambia de escenario y se distancia de los espacios amplios de los bosques nórdicos, para encerrarse en el ambiente reducido de una morgue subterránea en su filme “La autopsia de Jane Doe”. Historia de suspenso y horror donde la muerte no solamente inspira los miedos sobrenaturales y racionales alrededor de la autopsia, sino también es el detonante de un drama más sofisticado.

En una misteriosa escena de crimen en un pequeño pueblo de Virginia es encontrado un cuerpo de una joven sin identificar. Debido a que es la única pista que podría dar cierta luz en el caso, el cadáver es rápidamente llevado a la morgue Tilden (apellido que pudiera ser una referencia a la obra teatral de Sam Sheppard “Buried Child”), un negocio familiar a cargo de Tommy Tilden y su hijo Austin. Ambos tendrán toda la noche para poder reunir la evidencia necesaria que ayudaría a entender lo sucedido, pero sobre todo por qué el cuerpo se encontraba en la escena del crimen. Sin embargo, lo que encontrarán retará su lógica forense y la calma rutinaria de sus vidas.

Es un hecho que la muerte es el elemento principal en la fórmula de generar horror, pero cuando se tiene como escenario una morgue o un quirófano la historia suele contar sucesos terroríficos sobre la megalomanía del hombre que hace uso de la ciencia sin escrúpulos. El médico o el personal de un hospital son sujetos racionales que miran a la muerte como objeto, y no ven problema en profanar cadáveres para cometer toda clase de crímenes morales o éticos. Algunas veces para avanzar en el campo médico a base de la experimentación como en “Re-animator” (1985) Dir. Stuart Gordon y “Anatomy” (2000) Dir. Stefan Ruzowitzky, en otros casos para comercializar con órganos como en “Coma” (1978) Dir. Michael Crichton y “Autopsy” (2008) Dir. Adam Gierasch, y en otras ocasiones hasta por deseos más carnales “El cuerpo de Anna Fritz” (2015) Dir. Hèctor Hernández Vicens.

“La autopsia de Jane Doe” es un tanto diferente a este tipo de filmes, pues utiliza el suspenso casi detectivesco como médula espinal para narrar una autopsia que no tiene sentido en la experiencia forense de los protagonistas. Y que termina tornándose taumaturga al gradualmente ir afectando su ánimo, al igual que los eventos físicos sucedidos fuera de la morgue. La atmósfera se torna claustrofóbica pues el espacio se reduce y el único vínculo con el exterior (o la realidad) son las noticias emitidos por una radio. El suspenso se logra gracias al excelente guion de Ian Goldberg y Richard Naing, el cual por un lado intenta descifrar con ritmo excepcional quien es Jane Doe, y por otro vislumbrar la relación dramática que sostienen los dos personajes principales padre-hijo y su verdadero sentimiento hacia la muerte.

Existe una tragedia detrás de Tommy Tilden y Austin, relacionada con la pérdida de un ser querido y la dificultad de liberarse de ella. De alguna manera ambos personajes también se encuentran muertos y ven con mucha dificultad gozar la vida o liberarse del yugo de la tristeza. Con creatividad y manteniendo el misterio se va revelando los porqués del conflicto familiar. Varias preguntas serán abiertas alrededor de la mortalidad y su opuesto. Al igual que si el tratamiento de la libertad de todo pesar es aquello que solo puede ser alcanzado con la muerte. ¿Es acaso el castigo y la culpa parte de la vida o es un dolor que trasciende a la muerte?

En un sentido la ciencia forense debe perderle el respeto a la sacralidad de la muerte para poder comprender lo sucedido detrás de un cadáver. En este caso el hecho de que una joven hermosa exteriormente inmaculada y hasta de cierta pureza esté en una cama de morgue lista para ser intervenida puede tener otra lectura. Todo cuerpo en cualquier morgue lleva consigo vulnerabilidad, y Jane Doe no es la excepción, su presencia transmite inocencia la cual la clasifica fácilmente como víctima, no solo por lo ocurrido antes de su muerte sino por lo que pudiera ocurrirle después. No extraña que haya quienes encontraron a la película como una declaración feminista pues aunque Jane Doe tiene el perfil de víctima lleva también el empoderamiento de la venganza.

Alrededor de un cuerpo inerte y a punto de ser intervenido en una autopsia, yace también la remota posibilidad de que pudiera estar vivo, y eso también es fuente de terror, no solamente el juego de la idea desde las perspectiva externa al cuerpo, sino también desde la interior dentro del mismo cadáver como en el episodio de Nightmares & Dreamscapes: Historias de Sthephen King “Autopsia en la habitación 4” y en “El cuerpo de Anna Fritz”.

El filme es interesante de principio a fin, y desata el horror clásico que va ligado a la tragedia, a la antigua idea de que las desgracias no tienen lógica ni razones bien fundadas para despertar maleficios, sino solo vasta estar en el sitio equivocado y a la hora equivocada para padecerlos.

Recomendación 8.7