“La La Land” ha sido una de las películas más esperadas y comentadas este año. Desde su estreno en el 2016, no ha dejado de causar debate y discusión su rápido ascenso en el gusto de la crítica y el público. Festivales y academias le otorgan aplausos, y galardones mientras por otro lado audiencias manifiestan su opinión al considerarla sobre valorada y con un caduco discurso de identidad americana que ya no existe. Pero ¿qué hace a “La La Land” ser tan especial y digna de tantos cuestionamientos?

La película cuenta una historia de amor convencional sobre una aspirante a actriz de Hollywood y un músico de jazz. Ambos se conocen en un festivo incidente en el tráfico, y el orgullo los deja con una prejuiciosa impresión del otro. El destino se encargara de reunirlos en varias ocasiones y dará la oportunidad para cambiar la errónea percepción que se tienen, así como su búsqueda de amor propio a través del arte.

En el libro “The American Musical and the Formation of National Identity” del crítico y musicólogo Raymond Knapp, explica que junto con el jazz, el cine americano y el musical son las tres grandes expresiones artísticas surgidas como identidad americana desde la primera mitad del Siglo XX. “La La Land” utiliza cada una de esas formas de arte para contar una historia e invitar a la nostalgia. No se trata de un resurgimiento a un neoclasicismo, ni tampoco la reinterpretación estricta de una época dorada del cine musical, sino se trata de la creación de un pastiche en movimientos de cámara, personajes, escenas, colores, miradas, etc, elementos que nos recuerdan un tiempo que ya pasó y que no volverá; un momento “Ratatouille”. Ejemplo de ello es el excelente trabajo comparativo de Sara Preciado sobre las escenas de diferentes musicales los cuales se ve inspirada “La La Land”.

La nostalgia además de estimular la calidez, la empatía, y otras emociones profundas, suele crear un particular entendimiento sobre eventos pasados, como los casos de “El artista” (2011) Dir. Michel Hazanavicius, “Midnight en parís” (2011) Dir. Woody Allen, “Down with love” (2003) Dir. Peyton Reed, “Hail Caesar” (2016) Dirs. Ethan Coen, Joel Coen, etc. las cuales se centran en épocas glamorosas y donde es curioso mirar atrás, reconocer estilos de vida, personajes, acontecimientos pasados, escenografías deslumbrantes, etc. Sin embargo al jugar con la nostalgia se corre el riesgo de tener un problema, (que también tiene “La La Land”) de quedarse en una fase superficial, un goce visual pero carente de argumentación. En el caso del filme de Chazelle lo nostálgico no está en la recreación del pasado pues se ubica en el presente, sino está el contenido.

Al igual que las tres expresiones artísticas nombradas anteriormente (musical, jazz y cine americano), uno de los motivos del éxito y aceptación de “La La Land” es que le da a la gente lo que quiere. Su nostalgia también está evocando la finalidad que tenía el cine de principios del siglo XX, la oportunidad de escaparse de la realidad, la facilidad de enamorarse y encontrar un gran amor bajo la artificialidad de la fantasía, vivir una vida ajena a la que se tiene, entre otras cosas. Emma Stone y Ryan Gosling ofrecen una actuación particular al utilizar coreografía natural y no llegar a la excelencia de antaño en sus movimientos al bailar, pero sí proyectando la gracia y felicidad muy particular en ese tipo de cine.

Además un elemento recurrente dentro del cine musical era que el final conducía a la comedia, y eso es un detalle diferente en la estructura de “La La Land”, su final no es esperado aunque sigue resultando mágico. En el trabajo comparativo de Fandor, se toman en cuenta las semejanzas en historias y finales de “New York, New York” (1977) Dir. Martin Scorsese, al posicionarlas en una misma línea estética y dramática. Dentro de la película de Scorsese también se hace una reflexión sobre los finales fantásticos del cine musical, en el número “happy endings” donde la metaficción muestra a una empleada soñando con vivir una realidad más feliz, parecida a los finales felices del cine musical de hollywood, sobre todo en el cine americano.

Sin embargo más allá de una historia de amor, “La La Land” continúa el discurso antes empezado por Damien Chazelle en “Whitplash” , pero desde diferente tono y también desde diferente ritmo, hay que apreciar la estupenda dirección del plano secuencia en la escena inicial y en otros momentos musicales coreográficos para validarlo. Es una historia sobre los esfuerzos y sacrificios para alcanzar la realización propia, al igual que la locura de la incomprensión en quienes siguen un sueño alejado del marco de la normalidad, todo ello planteando en la canción de “Audition”.

La música original en la película es interesante, y como en todo musical, la música adicional lleva a las escenas dramáticas a resaltar su contenido a llevarlo a una dimensión artificial, falsa, a veces clichada y cursi, pues es necesario entrar en el estado de ánimo (mood) para apreciarlo. Al utilizar la exageración en ciertas escenas y llevarlas a la artificialidad, “La la land” peca de estar dentro de los límites del camp, aquél exceso en la estética que llega a lo ridículo para poder desarrollar un punto, muchas veces una emoción, ejemplo de ello es la escena del observatorio, donde Emma Stone flota en el aire. Un interesante uso de la música adicional para crear una emoción que choca con la realidad y comienza a crear una nueva lectura dramática está en la escena de “In Musicals” de “Dancing in the Dark” (2000) Dir. Lars Von Trier, donde una mujer espera un juicio y entre el horror de ser juzgada por un crimen su mente fantasea escapando y viviendo en otra realidad, la de un musical.

Tal vez la parte que más incómoda de “La la land” es no haber creado un cine musical diferente y de ruptura, como aquél impacto que provocó la innovación de “Moulin Rouge” (2001) Dir. Baz Luhrmann o de “Dancing in the Dark”, ya que en estos últimos años lo que más ha habido es el resurgimiento del teatro musical. Películas cada vez se vuelven más y más obras musicales, como “Hair Spray”, “Once” “Waitress”, “Billy Elliot”, entre otras. Una de las últimas noticias en el mundo del teatro musical es la creación de “El diablo viste a la moda” en el próximo año. Curiosamente tienen mejor éxito por la crítica las películas vueltas musicales, que los musicales vueltos películas.

Puede ser “La La Land” sea conservadora y rosa, pero sin exagerar es fiel al género al que pertenece, podría llegar a ser ese un dulce que se deshace en el paladar para quienes tienen nostalgia por el cine musical. Y aunque su título refiere a un homenaje a Hollywood a Los Angeles como industria del cine, el diccionario de Cambridge le da una acertada definición a la palabra y de alguna manera a la película:

“Pensar que las cosas que parecen imposibles tal vez pueden suceder, en vez de usar la lógica y pensar en lo que realmente son”.

Recomendación 8.5