Desde la historia de Mary Shelley “Frankenstein o el moderno Prometeo” de 1818, la reflexión sobre la vida artificial ha permitido explorar otras profundidades de la naturaleza humana. La concepción de la máquina inteligente, capaz de tomar sus propias decisiones ha comenzado a desatar una serie de cuestionamientos sociológicos, psicológicos y hasta económicos sobre cuál es el futuro del hombre en la Tierra.

Dentro del género de la ciencia ficción la confrontación del hombre con la máquina siempre devela detalles sobre los grandes dilemas de la humanidad, así como sus más grandes temores. Es a través de ciertos personajes e historias que se dejan ver los recovecos de su falta de sentido ético y moral, pues en la máquina no hay límites de daño, y le permite experimentar en ella sus oscuros deseos de poder.

¿Qué pasa cuando la máquina se rebela contra la especie creadora?, cuando queda en tela de juicio la posibilidad de sentimientos o deseos ajenos a la materia de la cual está programada, ¿qué pasa cuando resta en ella el sentido misterioso de la creación y la espiritualidad? Es ahí donde la historia del robot se vuelve interesante.

El guionista de “28 days later”, “La Playa”, “Nunca me abandones” y entre otras películas, Alex Garland hace su debut como director con “Ex machina”, un thriller psicológico de ciencia ficción sobre Caleb, un joven programador con altos valores éticos, quien es honrado al ganar un concurso para trabajar en un proyecto secreto y misterioso, a cargo de Nathan, el presidente de la compañía BlueBook donde trabaja, una compañía de servicios digitales que funcionaría como el equivalente a Google o Facebook. En un lugar recóndito en Noruega, Nathan introduce a Caleb el objetivo del proyecto, abordar la prueba de Turing en un modelo revolucionario de Inteligencia Artificial llamado Ada.

La prueba de Turing postula que el examen es exitoso si la máquina con inteligencia artificial engaña a un humano haciéndole creer que también es una persona. Algo parecido al test de empatía llamado prueba de Voight-Kampff en “Blade runner” (1982) Dir. Riddley Scott. Dos ejemplos de ello están en una de las primeras escenas de “Blade Runner” cuando un doctor de Tyrell Corp hace un examen rutinario para probar si se está tratando con un humano o un replicante. Y en la escena donde Deckard examina a Rachel sin saber que ella ya había pasado el examen mucho antes de presentarlo, al engañarlo desde el principio. En Ex machina la prueba de Turing es la premisa de la cual se sostiene la historia, ¿quién será manipulado y el manipulador?.

Mientras que para otras películas sobre androides la estética de la ciudad es importante, en Ex Machina no parece relevante ver qué existe fuera del microcosmos de la casa donde se lleva a cabo el experimento. Se concentra en los tres personajes más importantes, Caleb quien representa la nobleza humana, Nathan quien representa los ideales controversiales de “el superhombre” de Nietzsche, y Ada quien representa el androide atrapado en el destino creado por el hombre. El personaje de Ada mantiene el estereotipo y la dualidad del ícono del robot, la víctima sometida a la explotación de su creador como en el cortometraje “Kara” (2012) Dir. David Cage, y a la vez la femme fatale seductora que lleva los hombres a la perdición como el personaje de “Metrópolis” (1927) Dir. Fritz Lang. Durante el filme el concepto de la Inteligencia Artificial o A.I. es vista desde las perspectivas contrastantes de Nathan y Caleb.

Parte de los elementos más interesantes de “Ex Machina” están en su atmósfera, en detalles sobre las intenciones ocultas de sus personajes. La idea de que Ada, se encuentra confinada a habitar un lugar remoto y sin acceso, le da un toque de perversión y esclavismo al ambiente, dejando cuestionamientos sobre el propósito de su creación. Nathan se justifica sobre ello durante el filme lanzando una serie de postulados dialecticos hacia su invención y su finalidad de demostrar que la existencia humana ha sido sobrevalorada y está por cambiar su posición en el eslabón de la cadena evolutiva.

Sin embargo, no se sabe a ciencia cierta la finalidad de Nathan por crear androides con características de mujeres hermosas, pues pudo haber diseñado otras especies o también tener variedad de género (masculino), pero la imaginación lleva a pensar la intención que pretende darles, sobre todo por cómo es presentado en el filme, como aquello oculto que se encuentra en su clóset.

La solitud de Nathan es mencionada al principio del filme, se trata de un hombre excéntrico, brillante y visionario, pero también su soledad puede deambular en su incapacidad o rechazo a tener intimidad con otro ser humano, de estar construyendo androides para su propio placer; o tal vez solo se trate de una metáfora que representa su deseo de control absoluto. Situación para nada ajena en la actualidad, donde existen cada vez más comunidades de hombres en espera del fembot perfecto, aquel robot con aspecto femenino que sería mercadeado como la mujer que no habla, que nunca dice no, que siempre da placer sin necesidad de comenzar ninguna conversación; ansia registrada en el documental sobre el fetichismo alrededor de los robots femeninos “My Sex Robot” (2010) Dir. Jason Massot.

En Ex machina la relación sexual entre hombre y máquina es solamente sugerida y de manera sutil, bajo una danza sincronizada, miradas o caricias. Sin embargo es un tema que se encuentra en el filme, por momentos como un problema de género, o como un problema de explotación. Otros filmes han abordado el tema de manera más gráfica, para reflejar aquello que queda sugerido en Ex Machina, ¿es acaso menos ético y moral explotar a una máquina que a un humano?

En “Westworld” (1973) Dir. Michael Crichton, se presenta el disneylandia de la diversión adulta, un resorts capaz de realizar las máximas fantasías y placeres del ser humano sin remordimiento, al tener interacción sexual con androides programados solamente para dar placer. En el cine y la televisión comienzan a desarrollarse personajes e historias donde robots son programados para ser juguetes sexuales, donde el fetichismo deja ver otra faceta muy occidental, la de la verguenza. Como por ejemplo el personaje de Gigolo Joe en “A.I.” (2001) Dir. Steven Spielberg, un androide programado para dar placer al sector femenino, y en la tv serie sueca “Real Humans” (2012-) Creador Lars Lundström.

En el mundo real y dentro de la industria de la muñeca sexual (todavía no robotizada) también ha cambiado la manera de ver la belleza, sobre todo en Japón, donde los alcances de tales percepciones han llegado a cambiar la forma de ver la estética femenina. Como lo menciona el documental “El imperio de los sin sexo” (2011) Dir. Perre Caule:

Cuanto más se parezca a una muñeca más deseada será una mujer.

La reflexión sobre esa obsesión humana por crear robots que mimetizan la anatomía femenina, está también sugerida en “Innocence: Ghost in the Shell 2” (2004) Dir. Mamoru Oshii, cuando la doctora Haraway discurre sobre la fascinación humana de crear robot femeninos, personaje referente a la Dr. Donna Haraway quien escribió el Manifiesto Cyborg en 1983.

Más allá de la ficción de la problemática de Ada y su creador Nathan, lo que es una realidad es que el 31 de Mayo de 2016, el Parlamento Europeo propuso reglas sobre las leyes civiles en los robots, es decir, derechos de autor y obligaciones de los robots. Proveyéndoles el status de “personas electrónicas” a todo robot que tome decisiones autónomas de manera inteligente. Y aunque por ahora la consciencia del robot no sobrepasa la sensibilidad y la emoción humana; su colaboración si se encuentra aprobada y reconocida en el mundo del arte contemporáneo. Como por ejemplo: la Inteligencia Artificial creada para pintar una nueva pintura al estilo y técnica de Rembrandt, basada en un almacén extensivo de base de datos sobre la manera de pintar del artista. Computadoras capaces de tomar las mejores decisiones para componer música de cámara, o robots que juegan roles importantes en obras de teatro en Japón.

Ex machina tiene un guión interesante, diálogos fuertes sobre la evolución humana y el futuro de la inteligencia artificial, así como efectos especiales notables. Sin embargo se queda corta en lo complejidad del tema, se centra en ser un discurso filosófico del cual continuamente regresa y sus brincos dramáticos son un tanto esperados, no obstante su desarrollo narrativo cautivó al espectador en el 2015. Lo que hace interesante a Ex machina es la idea de ver en acción el postulado nietzscheano de ser guiado por “la voluntad de poder”, lograrlo todo sin importar la ética ni la moral, ¿es acaso una cuestión de programación o también es parte de la evolución humana?

Tanto el Frankenstein de Mary Shelley como Ex Machina se sigue manteniendo viva la dialéctica sobre los mismos principios humanos en sus creaciones, sobre cuáles son las consecuencias y responsabilidades de crear vida artificial.

Recomendación 7.5