No se puede ser exactos sobre cuál es el origen que hizo a la Ópera interesarse en encontrar un lugar y una audiencia en el cine. Desde alrededor del 2011, de manera internacional promueven en los cines afiches de un nuevo servicio, Ópera y a parte en vivo.

Podríamos especular que esta nueva tendencia es debido a ese alejamiento del público a las salas y su preferencia a ver películas en casa o por netflix, o pudiera ser también a la necesidad de encontrar nuevos mercados que se acerquen al cine. Cada mes desde 2011 la Ópera Metropolitana de Nueva York traspasa fronteras y países, y ofrece un espectáculo sin igual de transmisión simultánea en ciertos cines del mundo, donde cada vez se van añadiendo nuevas salas.

Uno de los elementos más interesantes de este evento es la combinación de manifestaciones artísticas y sus espacios en un solo programa. Si vamos haciendo la cuenta, estamos primero ante un proyecto dentro de una sala de cine, presentada por medio de un lenguaje audiovisual más cercano al de la televisión (movimientos de cámara y encuadres), donde convive la danza y la técnica coreografía, musicalizado con coro y orquesta, todo en vivo, haciendo más vivida la experiencia efímera que nos regala el teatro.

Las temporadas del MET parten de piezas clásicas, obras musicales y literarias de siglos pasados, las cuales son modernizadas visualmente y cobran un nuevo valor. La adaptación de la ópera rusa “El Príncipe Igor”, la cual se presentó el pasado primero de marzo, se ubica cercano a la primera guerra mundial y no al Siglo 1000 que pertenece la obra original. El Príncipe Igor está listo para ir a una batalla y defender a Rusia, sin embargo el miedo, la angustia y el mal agüero lo invaden, pero su patriotismo y su soberbia son más grandes, por lo que arriesga a gran parte de su pueblo a morir por honor. La representación de la batalla fue visualizada en una pantalla cinematográfica en blanco y negro, influenciada por el cine ruso al estilo de Eisenstein, donde se mostraba el dolor y la pérdida de la razón entre fuegos que simulaban una batalla de armas explosivas.

Una de las escenas más memorables de la obra son las “Danzas Polovtsian” donde dentro de un paisaje ideal y utópico, se baila una danza primitiva influenciada por la coreografía de Pina Bausch y sus consagración de la primavera de Stravinsky, en donde se refleja lo exótico, lo erótico y lo asombroso de otras culturas.

“El príncipe Igor” consiste en tres actos y su duración aproximada fue 4 horas y media, donde existieron dos intermedios fantásticos, en los que se entrevistó a los cantantes una vez que se cierra el telón, y se nos explicó la importancia de la obra en voz de los productores, así como la oportunidad de ver desde las entrañas y en vivo, los movimientos de escenario y la colocación de la utilería.

Este proyecto abre la oportunidad de vivir la experiencia de una de las companias de ópera mas reconocidas internacionalmente. De adentrarnos a esta cultura, la cual nos invita a conocerla y disfrutar una experincia sublime y a veces celestial, sin necesidad de ser expertos en la materia.